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sábado, 27 de octubre de 2018

¡Cuidado con las agujas de insulina! ⚠

Primera recomendación: haced caso de lo que os dicen sobre reencapuchar.

Os voy a contar cómo un día de lo más normal, el penúltimo de mis prácticas en la unidad de Cardiología, se convirtió en una visita a Medicina Preventiva con dos agujeros en los pulgares.
Como todos los días, había tomado las glucemias de mis pacientes. A alguno le hacía falta insulina, así que como buena enfermera en prácticas fui a su habitación para administrarle las unidades que necesitaba. El paciente tenía un bolígrafo de insulina asignado a él, así que lo cogí, le puse una aguja, lo cargué, y fui a su habitación como hacía normalmente.
Al llegar, pellizqué su brazo y le administré la insulina. Todo bien hasta ahí, ¿no?
Luego, para no ir con el bolígrafo con la aguja al aire, pues no quería pinchar a nadie por error (ay, la ironía de la situación...), le puse la capucha grande (las agujas te vienen con una grande y otra pequeña). Hasta ahí la cosa seguía bien.
Bueno, no tan bien. Al reencapuchar se corre el peligro de fallar y pincharte (sólo si eres bastante torpe...) o de que la aguja atraviese por delante el plástico de la capucha y te pinches igual.










Segunda recomendación: para desenroscar las agujas del bolígrafo, ¡agarradlas por abajo!

Fue lo que sucedió después es lo que me sorprendió. Con los dedos pulgar e índice agarré la zona por donde se desenrosca la aguja, para separarla del bolígrafo de insulina y volver a guardarlo. Pero, ¡oh, sorpresa!, mientras estaba desenroscando, la aguja había perforado el plástico, lateralmente. 
Al parecer, estas agujas se doblan... sigo sin saber por qué se dobló la mía, si no la había tocado... Y bueno, pues me pinchó en el centro del pulgar.
Yo no quería irme a limpiar la herida dejando la aguja así, así que agarré el bolígrafo con la mano pinchada, e intenté desenroscarla con la mano izquierda, con MUCHO cuidado y MUY despacio.
Pero nada. Me volví a pinchar. Pero al menos ya había sacado la aguja del boli, ¡bieeeen! 😀

Así que me limpié la herida, y cogí un par de gasas. Así que ya os podéis imaginar la situación: yo agarrando entre el pulgar y el índice de cada mano una gasa ensangrentada, yendo hacia mi enfermera para decirle que me había pinchado, 2 veces.
Me mandaron a Medicina Preventiva, me hicieron un análisis de sangre (que aprovecharon para hacer también el control de vacunas; oye, por lo menos sirvió para algo el pinchazo...), y le hicieron otro al paciente, aprovechando que le tenían que hacer también un análisis de sangre.
Al final todo resultó bien, el paciente no tenía nada (al menos nada que se pudiera contagiar), y yo estaba limpia. ¡Final feliz! 😁

Pero en serio, cuidado con las agujas de insulina.

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