1- Un día, cuando estaba en verano, en neurología, me dijeron de ir a sacarle una analítica a una señora. Me dejaron ir a mí solo y me dijeron que si no era capaz que avisara.
Llegué a la habitación de la paciente, busqué venas en el brazo pero no encontré, así que fui a la mano.
Pincho la primera vez bien; lleno un tubo y, el segundo antes de que éste se llenara, rompió la vena, así que tuve que volver a pinchar.
Segundo intento: otra vez acertado, conecto otro tubo igual al que quedó por la mitad y mientras se llenaba vuelve a romperse la vena.
Tercera vez que pincho y me vuelve a pasar exactamente lo mismo; en ese momento entró la enfermera y me dijo, "no eres capaz? No te dije que pidieras ayuda?"
Cuando conseguimos llenar el tubo que faltaba, fuera de la habitación me dijo que tenía que haber pedido ayuda, que pinché muchas veces y no fui capaz... Yo me defendí diciendo que no fue culpa mía, fueron las venas que se rompían mientras se llenaba el tubo.