Cuidado con los pacientes

Cuando empiezas las prácticas te das cuenta de que cada paciente es un mundo 🌍. Hoy en concreto, os voy a contar un anécdota que me pasó cuando estaba de prácticas en el servicio de yesos en traumatología.

 Llegué a las 8:00h como siempre pero, hasta las 8:30h no empezaban a venir los pacientes. Recuerdo que ese día fue un acúmulo de pacientes con diferentes tipos de heridas: muchas grapas y  puntos. También tuvimos que retirar varios yesos y colocarlos. En esta consulta somos tres personas: dos enfermeras (una veterana y otra más jovencita) y una chica de prácticas, es decir, yo.

La enfermera veterana estaba ocupada poniendo un yeso y la otra con una herida y yo ayudándola. Acabamos con la herida y pasamos al siguiente paciente mientras que la enfermera veterana acaba de poner el yeso (un trabajo que hay que realizar muy rápido porque seca pero con cuidado, para inmovilizar bien la fractura; hay que tener mucha habilidad). Como acabamos, pasamos al siguiente paciente. Era un señor que estaba ingresado en el servicio de neurología y venía en silla de ruedas acompañado por una celadora. Venía en silla de ruedas porque llevaba puesto un electroencefalograma. 

¿Para qué venía entonces a nuestra consulta? Pues muy simple, a cambiar una férula que, si mal no recuerdo, era en uno de los miembros inferiores. Tan pronto acabamos de cambiársela, el paciente insistía en que quería marchar sólo, que no le hacía falta una celadora, que ya iba él solo. Los pacientes tienen que ir siempre acompañados por el hospital para trasladarse de una planta a otra, NUNCA pueden ir solos. La enfermera veterana ya había acabado con el otro paciente, así que se fue a poner una infiltración con el médico a una sala que tenemos especialmente para eso.

Entonces, estábamos en la consulta: el paciente, la enfermera y yo. Mi enfermera llamó a una celadora y mientra la llamaba... EL PACIENTE SE ESCAPÓ EN SILLA DE RUEDAS❗❗❗ Y diréis, bueno, no creo que fuera tan lejos.... OS EQUIVOCÁIS❕❕❕Desde la puerta de la consulta pude ver el carrerón que se tuvo que meter mi enfermera detrás de él. Tuvimos que esperar con él todo el rato a que viniera la celadora, es decir, sin quitarle el ojo de encima. No podíamos ni girarnos para coger un bolígrafo o coger el teléfono de la consulta ya que corríamos el riesgo de que nos volviese a pasar. Como conclusión de esta anécdota es que tenéis que tener mucho cuidado con los pacientes, a la mínima se pueden escapar como en este caso (solo por coger el teléfono para llamar a la celadora) y NUNCA dejarlos SOLOS.